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  • Foto del escritorMarina Lillo García

Manifestación 27s. Emergencia climática. (Ts4)

Actualizado: 21 nov 2019

Con motivo de la huelga y la manifestación del 27s, el día anterior nos dedicamos en clase a idear y fabricar pancartas creativas relacionadas en cierto modo con la arquitectura a través de reivindicaciones sobre la gestión de la construcción en España o juegos de palabras.

Llevamos todos algunas ideas y materiales y nos pusimos a trabajar. Durante la actividad surgieron pequeños debates en el grupo a cerca de la arquitectura en relación a la crisis climática, la responsabilidad individual y estatal, el consumo...


Finales de septiembre y principios de octubre ha sido una época muy concentrada de lucha social contra el cambio climático. La manifestación del 27S fue mucho más masiva que la del 15 de marzo. Ver a tantas personas gritar contra el daño que los humanos provocamos a la tierra fue increíble. Sin embargo cuanto más investigo y más me informó sobre el tema, más desolada estoy.

Ya hace mucho que perdí la esperanza. Estas semanas han sido de luto. Dicen que tenemos 11 años para llegar al punto de no retorno. Los planes de los ODS 2030 marcados por la ONU, aunque se cumplieran, que no creo, son tremendamente insuficientes. Aunque llegáramos a 0 emisiones en 2025, el mundo es un sistema muy complejo y las acciones en cadena son difíciles de parar. Nuestras tierras erosionadas y empobrecidas emiten cada vez más CO2 del que absorben, los incendios crecen y los bosques se convierten en emisores de carbono en lugar de almacenadores. Los océanos se acidifican y dificultan la vida de microorganismos esenciales para la salud general del planeta. El hielo desaparece poco a poco y el efecto albedo se reduce, ya no reflejan los rallos del sol, ahora los absorben. La única forma de frenar o mitigar todo esto sería una acción coordinada tan grande que es irrealizable aún con toda la voluntad política del mundo. Conllevaría el cierre de millones de empresas, el desempleo estructural más masivo de la historia, la pobreza energética, el hambre, el aislamiento. Habría una rebellion social horrible antes de que hubiera tiempo para cambiarlo todo.

0 emisiones, agricultura regenerativa, la vuelta al campo, la destrucción del comercio internacional, la reducción drástica del consumo y la destrucción del estado de bienestar de occidente. Nadie dejará que eso ocurra de forma “coordinada” para mitigar el cambio climático. Estamos predestinados al colapso en un momento u otro. Ya estamos en la sexta extinción, las migraciones de seres humanos serán masivas. Y con el colapso ambiental evidentemente habrá un colapso social, guerras, hambrunas... Hemos utilizado la energía de los hidrocarburos fósiles almacenados en la tierra durante millones de años para ser 7mil millones de seres humanos. Gracias a esa energía podemos cultivar en vastos terrenos inmensas cantidades de comida sin trabajo humano, mientras incrementamos la esperanza de vida con sanidad y confort, también funcionando gracias al combustible y la tecnología. El input de energía de los últimos 100 años nos ha dado mucha capacidad como especie. Pero el tiempo se acaba. Sin combustible, no podemos ser 7mil millones. En un planeta finito, no duraremos. Ni todas las energías renovables juntas son capaces de suplir la demanda energética del planeta. Sin hablar del pobre retorno energético y el daño medioambiental que muchas de ellas provocan. Los coches eléctricos no son una opción, las baterías cargadas de litio de Canadá o de Bolivia, ensambladas en China, incorporadas en Alemania. ¿Papel en lugar de plástico? No es eso meternos en un problema mayor que en el que ya estamos. Las empresas aprovechan esta “fiebre de la sostenibilidad” para vendernos basura con ciclos de vida mucho más contaminantes y dañinos como algo “ecofriendly”. Capitalismo verde. La concepción de sostenibilidad que está adoptando la sociedad occidental en la actualidad es un chiste y duele muchísimo.

Tengo mucho miedo y se que por mucho que me esfuerce, cambiar las cosas en este punto es muy difícil. Pero que no se diga que no lo intentamos. Nosotros haremos las cosas bien, estaremos en el lado bueno de la historia aunque ya no quede nadie para recordarla. Al menos quiero saber que hicimos todo lo que pudimos aunque nadie escuchara, aunque solo sea por una cuestión egoísta, para poder dormir bien unas noches más.

Quiero basar mi forma de vida en la permacultura aunque no haya un mañana en el que permanecer. Probar que los seres humanos podríamos haber creado sistemas vitales de ciclos cerrados de la energía, el carbono, el agua, el nitrógeno... que aseguraran la salubridad y la continuidad de los ecosistemas que habitamos. Sé que habría sido posible. Y sé que si por algún casual el colapso social llega antes de que la temperatura media suba menos de 1,5C°, la única forma responsable de continuar será con la permacultura.


Este texto es desolador. Llevo pensando en ello muchos meses, pero no es lo mismo saberlo y entenderlo que llegar a una comprensión y asimilación plena de ello. Ese momento me llegó tras la acción con extinction rebellion del 7 de octubre. Llevaba muchos días preparándolo a nivel teórico y logístico pero no creo que estuviera psicológicamente preparada para ello. Aún tengo muchísimo trabajo y ansiedad acumulada por la uni.

El domingo fui al gran taller-ensayo que se realizó en el polideportivo municipal de Alcobendas. Allí conocí a muchísimas personas súper bonitas con dinámicas preciosas de cuidados y con una comprensión plena del conflicto. Un montón de desconocidos me hicieron sentir como en casa. Mis compañeros de lucha. Vino gente de todas las partes de España.


Durante la acción todos nos cuidamos mucho. Lo pasé super mal cuando hicieron daño a mis amigos. Me sorprendió lo rápido que fueron capaces de sacarnos a todos y la fuerza que utilizaron para ello. Mientras un antidisturbios me llevaba al camión empujándome, se escuchaban los gritos, los cánticos y los pitidos de los coches. El sol se reflejaba en las fachadas de cristal y algunos conductores bajaron la ventanilla explícitamente para insultarme. Me sentí muy impotente y muy sola. Todo el peso de la realidad cayó sobre mí y no pude parar de llorar en las siguientes dos horas, incapaz tampoco de transmitir a las compañeras el por qué.


Durante esta semana me he hasta planteado dejar arquitectura en momentos de máxima desesperanza y frustración. Pero mi conclusión final ha sido que con los conocimientos y competencias que obtendré gracias a la carrera, podré ser mucho más útil en muchos de los hipotéticos futuros que nos esperan como especie. Especialmente forjando lazos con otros arquitectos y arquitectas que compartan mis perspectivas, personas con las que poder tejer redes de cuidados y trabajo colaborativo.

A partir de ahora, queda crecer, aprender de lo que nos rodea y luchar para que las personas de nuestro alrededor despierten. Porque cuantos más seamos, más resilientes seremos ante los cambios del futuro.





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